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Maki dulce con granizado de te verde y espuma de lima


Maki dulce con granizado de te verde y espuma de lima
Maki dulce con granizado de te verde y espuma de lima

No voy a volver a repetir lo que pienso de la cocina oriental, los que me conocéis lo sabéis de sobra, pero de todas las ocurrencias que los paises sin queso fabrican para matar el hambre, el maki es la que me resulta más incomprensible. Un rollo seco de alga prensada con sabor a agua de mar estancada, envolviendo un pegote de arroz blanco hervido que a su vez rodea un alimento (dicen que pescado) de colores inverosímiles. Todo ello sumergido en salsa de soja, garantizando la desaparición absoluta de cualquier otro sabor.  Vale, lo admito, soy una paleta y una ignorante y cuando no solo millones de japoneses, sino la práctica totalidad de los habitantes del planeta devoran con fruición este mazacote, está claro que la equivocada soy yo. 

Mi amiga Pili es una de las muchas fans de este plato, y en múltiples ocasiones ha intentado que fuéramos a cenar a un japonés. Como las probabilidades de que eso suceda son muy remotas, se me ocurrió idear una versión del maki que no me resultase incomible. Preferiblemente eliminando las algas de la ecuación. Así surge el maki dulce, del que hay mil versiones, pero esta es la nuestra. 

Empezamos con una gelatina de hierbabuena, que da mil vueltas al alga nori. Sorprendentemente hicieron falta varios intentos para conseguir la textura adecuada: ni muy gruesa y gelatinosa, ni tan fina que no se manejase. 

Para el relleno hice arroz con leche según la receta de mi madre, con su cáscara de limón y su palito de canela, pero usé arroz de sushi para darle mayor autenticidad al plato y también para conseguir esa textura de pegote en el arroz que hace tan especial la digestión de la comida japonesa. 

En el interior coloqué dados de gelatina de frambuesa, de mango y un kiwi cortado en gajos.

Para acompañar hice un granizado de te verde rematado con una nube de espuma de limón. En conjunto un postre fresco y ligero.  El montaje requiere paciencia y buena psicomotricidad fina, cualidades ambas de las que carezco pero que son dos de las múltiples virtudes de mi contrario, así que ese mérito es todo suyo. 

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