Lomo de cerdo con chocolate |
Este es uno de esos platos que hacen que a mi padre se le ericen los pocos pelos que le quedan: primero porque no le gusta el chocolate y segundo porque no entiende nuestra afición a mezclar sabores donde no corresponde. El chocolate va en el postre, y lo mismo se aplica a la fruta, la gelatina y el yogur. Afortunadamente para mi padre, en las escasas ocasiones que cocinamos para él me ciño a la cocina tradicional, la que me enseñó mi madre. También muy rica, desde luego.
Este es un guiño a la cocina oriental, que no me suele seducir, ya sabéis de mi desconfianza en las civilizaciones que no tienen queso, y la verdad es que el resultado es espectacular. Aviso, se lleva un par de días en la preparación, osea que no es para unas prisas.
INGREDIENTES
750 gr solomillo de cerdo
25 gr mantequilla
Para el adobo
Lemongrass
45 gr jengibre
35 cl vino blanco
7 cucharadas salsa de soja
1/2 limón
80 gr chocolate negro al 60%
Cilantro
Para la salsa
4 cucharadas de vinagre
10 cl vino blanco
25 gr chocolate negro al 60%
Sal, pimienta
Zumo de limón
Empezamos el día anterior preparando el adobo, picando el lemongrass, rallando el jengibre y mezclándolo en un cuenco con el vino blanco, la salsa de soja y el zumo de limón. Calentamos la mezcla en un cazo.
Aparte derretimos el chocolate al baño María e incorporamos la mezcla anterior, añade las hojas de cilantro hasta obtener una pasta negra con tropezones de aspecto bastante asqueroso. Vertemos en una fuente y colocamos el solomillo encima untandolo bien. Dejamos reposar en la nevera 24 horas.
Al día siguiente escurrimos los solomillos y lós secamos con papel absorbente para que al sellarlo no se queme. Reservamos el adobo, por muy repulsivo que parezca. Sellamos los solomillos con mantequilla en una sartén hasta que estén dorados por ambos lados (de ahí la importancia de secar bien el adobo). Finalizamos la cocción en el horno hasta que la temperatura interior sea de 63 grados (si, así de preciso es el arte de la cocina). Para aquellos de vosotros sin termómetro (algo inexcusable, ya que son tremendamente útiles y muy baratos), calculad unos 15 minutos. Como con todos los asados, es imprescindible dejar reposar 10 minutos en una fuente tapados con papel film para que los jugos se asienten. (No, no es broma)
Mientras reposa la carne, nos ponemos con la salsa, para ello desglasamos la sartén donde hemos sellado la carne con el vinagre de jerez y el vino blanco. Para ello es importante que NO hayais fregado la sartén, que es lo que habría hecho mi madre y es lo q hace tan recomendable leer las recetas enteras ANTES de empezar a hacerlas.
Dejamos reducir y añadimos el adobo que habíamos reservado. Hervimos unos minutos y colamos. Añadimos el chocolate picado, salpimentamos y adornamos con unas gotas de zumo de limón.
Mi hija, que es la dulzura personificada, dice que esta carne parece un tronco de arbol, por lo que es recomendable servir cortada en lonchas y napar con la salsa caliente. En este caso acompañada de arroz suflado y trigo bulgur, aunque estaría deliciosa con puré de patatas, ensalada de rúcula o incluso nidos de pasta.
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